Se
caracteriza fundamentalmente por la alternancia entre estación seca
y húmeda, que provoca régimen torrencial en los ríos y cambios de
volumen en las arcillas. La arroyada tiene un papel importante y la
acción química está favorecida por las altas temperaturas. Además,
la cubierta vegetal, adaptada a una estación seca, es menor que en
el dominio marítimo, lo que favorece los procesos erosivos.
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